LA CARGA

LA CARGA / THE LOAD 

Centro Wilfredo Lam. La Habana Cuba, 1996

Sala de Arte SIDOR. Ciudad Guayana Venezuela, 1995 

Museo Alejandro Otero, Caracas Venezuela, 1992

 

Luis Pannier (Curador)

El Peso de un imaginario

Un negativo sin emulsiones alteradas, una adhesión a la docilidad del papel, un interés por la permanencia del copiado, una voluntad de control sobre los efectos e intervenciones de un viraje selectivo y una impecable toma de vistas, son los constituyentes expresivos que Edgar Moreno pone en tela de juicio al proceder a una serie de “hibridaciones”, donde ciertas prácticas normativas se dislocan.

 

Y sin embargo, se trata de la “escenificación” de un “locus” (entiéndase, de una porción determinada en el espacio), en el cual una comunidad temática entre las diferentes tomas fotográficas, nos llevan a realizar el presente propósito, que paradójicamente y debido al carácter testimonial de la fotografía, pasa a ser como la amplificación metafórica y trascedente del tema tratado. 

 

La Carga picturalista

Edgar comparte con los remotos partidarios de la técnica pura y del “picturalismo” (Stiegltz Evans, White o de Meyer), la regla de la estricta manipulación química en el copiado.

En ningún momento y según sus declaraciones, Edgar procede a rayar sus negativos a la manera de Frank Eugene o de Craig Annan. Su “picturalismo” reside en la obtención manual de ciertos efectos, gracias al empleo de dos o tres químicos.

 

El deseo de brindarle mayor cuerpo (o mayor peso) a la fotografía, bien sea con “mezzotintas” y retoques, o con el empleo de gomas bicromatadas, responde en la concepción picturalista de comienzos de siglo (véase las publicaciones de “Camera Work” entre 1930-1917), a un rechazo de la realidad brutal considerada como poco artística. Y son la granulación del pigmento, los virajes, la impresión general de un plano vaporoso o desenfocado, los rasgos característicos de las primeras formas de reinvindicar una perdida creciente del sentido artístico y de la magia inherentes a la prehistoria de la fotografía. Incluso recordemos que la aparición en 1887 de los aparatos portátiles y de la toma fotográfica instantánea, democratiza y hace virtual al mismo tiempo, el trabajo del fotógrafo. 

 

La atención pública va a orientarse hacia el “peso” didáctico de los contenidos. Y en el transcurso del siglo, el tema vendrá a constituir casi exclusivamente lo artístico en la fotografía. Por otro lado se la considera heredera de la capacidad descriptiva y de la noción renacentista del espacio perspectivo. Con su capacidad de representación, la fotografía es artística cuando se impregna de la distribución clásica de los géneros en pintura. 

 

Una Imagen sin peso

Pero en la propuesta de Edgar Moreno, lo fotográfico parece desempeñarse con mayor libertad.

 

El punto de vista del pintor alemán Gerhard Richter sobre las relaciones entre pintura y fotografía, puede igualmente situar algunas de las reflexiones entorno a las problemáticas que Edgar Moreno plantea.  

 

Si el tema es importante, la naturaleza de la fotografía también lo es. Según Richter, la pintura es forma (o formante) de la imagen. La pintura materializa en oposición a la fotografía que permanece ligada al referente y por consecuencia, exenta de presente. La fotografía carece de juicio, no tienen estilo, libera al artista de todo eso porque es una pura imagen, sin peso. 

 

Del Cuerpo de las imágenes

La atemporalidad que los químicos de Edgar le infieren a sus pruebas, nos permite incurrir de manera enfática, en el sentimiento que lo descrito es algo acontecido, algo pasado y que esas personas, retratadas de espaldas y convertidas en cosas anónimas cuya única identidad es la de un “ser carga”, sólo transitan en un imaginario, detrás de un espejo.

La fotografía entendida como pura imagen y carente de realidad objetual, solamente demuestra que lo real ya ha tenido lugar y que su principal facultad reside en librarnos la realidad en el tiempo y el espacio de un imaginario. Y ese imaginario es principalmente el autor, a pesar de recurrir a la fotografía. Pero también en el nuestro. Gracias a esa variedad de documentos casi obtusos, no tenemos otra alternativa que “instalarnos”, volcarnos hacia el entorno donde la falta de “carne” y de “peso” en el cuerpo de las imágenes, es compensada con el peso de la realidad y de nuestra presente carga creadora. Y repentinamente pensamos en algo dejado por ahí por Santo Tomás de Aquino: la medida de la substancia de una cosa limitada según sus principios, el número es la especie y el peso el orden. Y antes de la construcción, existe la ceniza de la huella que hace del mundo un signo en busca de su causa cuya imagen ha perdido.

The Load text by Luis Pannier (Curator)

The Weight of an imaginary   

A negative without altered emulsions, an adherence to the docility of the paper, an interest in the permanence of copying, a desire to control the effects and interventions of a selective turnaround and an impeccable point of views, are the expressive constituents that Edgar Moreno puts forward questioned by proceeding to a series of "hybridizations", where certain normative practices are dislocated.

And yet, it is about the "performing" of a "locus" (understood, of a certain portion in space), in which a thematic community between the different photographic shots, lead us to carry out the present purpose, which paradoxically and due to the testimonial nature of the image becomes sort of a metaphorical and transcendent amplification of the subject matter.

 

The Picturalist load  

Edgar shares with the remote supporters of pure technique and "picturalism" (Stiegltz, Evans, White or deMeyer), the rule of strict chemical manipulation in copying.

At no time and according to his statements, Edgar proceeds to scratch his negatives in the manner of Frank Eugene or Craig Annan. His "picturalism" resides in the manual obtaining of certain effects, thanks to the use of two or three substances.                

The desire to give more body (or more weight) to photography, either with “mezzotintas” and retouching, or with the use of bichromated salts, responds in the picturalist conception of the beginning of the XX century (see the publications of “Camera Work” between 1917-1930), to a rejection of the brutal reality considered as not very artistic. And they are the granulation of the pigment, the toning, the general impression of a vaporous or unfocused plane, the characteristic features of the first forms of claiming a growing loss of the artistic sense and magic inherent in the prehistory of photography. Let us even remember that the appearance in 1887 of portable devices and instant photographic taking, democratizes and makes the photographer's work virtual at the same time.

Public attention will be oriented towards the didactic “weight” of the contents. And in the course of the century, the subject will come to constitute almost exclusively the artistic in photography. On the other hand, it is considered heir to the descriptive capacity and the Renaissance notion of perspective space. With its capacity for representation, photography is artistic when it is impregnated with the classical distribution of genres in painting.

 An Image without weight

But in Edgar Moreno's proposal, the photographic seems to play with greater freedom.

The point of view of the German painter Gerhard Richter on the relationship between painting and photography can also locate some of the reflections around the problems that Edgar Moreno establishes.        

If the subject matter, also is the nature of the photography. According to Richter, painting is the form (or formant) of the image. Painting materializes in opposition to photography that remains linked to the referent and consequently, exempt from the present. Photography lacks judgment, have no style, it frees the artist from all that because it is a pure image, without weight.

From the Body of the images

The timelessness that Edgar's chemists inflict on their tests allows us to emphatically incur the feeling that what is described is something that happened, something past, and that those people, portrayed from behind and turned into anonymous things whose only identity is of a “being a burden”, they only travel in an imaginary, behind a mirror.

Photography understood as a pure image and devoid of objectual reality, only shows that the real has already taken place and that its main power lies in freeing us from reality in time and space from an imaginary. And that imaginary is mainly the author, despite resorting to photography. But also in ours. Thanks to this variety of almost obtuse documents, we have no alternative but to "settle in", to turn to the environment where the lack of "meat" and "weight" in the body of the images is compensated by the weight of reality and of our present creative charge. And suddenly we think of something left out there by Saint Thomas Aquinas: the measure of the substance of a thing limited according to his principles, the number is the species and the weight the order. And before the construction, there is the ashes of the footprint that makes the world a sign in search of its cause whose image it has lost.

La atemporalidad que los toners utilizados por el artista le infieren a sus obras, nos permiten incurrir en el sentimiento que lo descrito  es algo acontecido, algo pasado y que esas personas retratadas de espaldas y convertidas en cosas anónimas cuya única identidad es la de un ser-carga, solo transitan en un imaginario, el imaginario del artista, libre de la realidad en el tiempo y en el espacio.

 

The timelessness that the photographic toners used by the artist give to his works, allow us to incur the feeling that what is described is something happened, something past and that those people portrayed from behind and turned into anonymous things whose only identity is that of a -load, they only travel in an imaginary, the imaginary of the artist, free from reality in time and space.